Lo que la Isis ve...

Hace ya algún tiempo nos pusimos de acuerdo. Sin formas, sin colores, sin sabores, sin maquillajes ni sexos. Nos pusimos de acuerdo, nos dimos la mano y aclaramos las misiones que en esta vida debíamos tener. Firmamos un contrato, un compromiso y no le pusimos fecha de término, solo sabíamos que nos íbamos a encontrar. Solo teníamos la certeza de que en el camino, sin ningún foco rojo que llamara nuestra atención, íbamos a saber que éramos nosotros. Que en algún momento nos caímos bien, así nada más. En algún sitio, nos enamoramos y decidimos nunca terminar la relación. Y pactamos, y escribimos con tinta de fe que nos cuidaríamos, que nos toparíamos a los 15 o a los 20 o a los 30, no importa, para nuestra alma solo fue un segundo. Así lo compruebo todos los días, ya no me sorprende, no me sorprende ni un segundo que todos seamos tan diferentes y al mismo tiempo tan parecidos, que nuestras locuras se parezcan, que las historias tengan casi siempre un mismo final, que amores van amores

FEDEX… una luz en mi camino. Sin ninguna excusa ni pretexto, después de semanas de no tener contacto emocional solo banalmente laboral, decidí no esperar el paquete prometido. Un paquete que me decían incluía toda la felicidad que una puede esperar. Un teléfono celular Unas prendas de Victoria Secret Unos lipsticks Chamarras Y una blusa naranja que combinara con la estación donde ahora trabajo. ¿Qué más puede uno pedir.? Así que decidí hablar no con él, sino con el otro, el de FEDEX para que me diera razón de eso y no andar como ese coronel esperando a que llegase una carta que nunca llega. Promesas. Promesas. E inmediatamente me acordé de la letra excelsa de la prima de Pita Amor, Paulina Rubio: “Ni rosas ni juguetes”. Con esas promesas que parecen serias. Este corazón ya fue y vino de vuelta. Te puedes ir no me importa tu billete No hay rosas ni juguetes que paguen por mi amor. Y dije:-- ¿Buenas tardes? Disculpe, tengo aquí un número de guía de un paquete que me iban a mandar del o