LABIOS ROJOS




Y ahí me tienen a mi, hace 5 años. Parada en una escuela decidiendo a que seminario me inscribiría todo un fin de semana. Todo sea por tratar de ser mejor persona y tratar de brindarle lo mejor a todos cuando estoy al aire. Y ¿por qué no? piratearme algunas cosas y decirlas al micrófono.

Y venia una tableta en un pizarrón.
Nombre del doctor, especialidad (terapeuta, psicólogo, psiquiatra), tema a tratar, taller y… requerimientos físicos para tomarlo. Tapetito, si era Yoga con meditación, Libreta y papel en el caso de análisis personal de errores y defectos, libros etc. Y de repente se iluminó en la pizarra: Se necesita que lleve una almohada y una caja de Kleenex… a huevoooooo. ¡A mi me gusta la sufridera y obvio a ese me inscribí tu!.

Ahí me tienen muy tempris, con almohadita y caja de Kleenex y una de mis mejores amigas (pa llorar acompañada).

Y aprendí algo que se llama: Profecías cumplidas.

Ella nos contó, (era una maestra guapa de piel morena y cabello negro) al iniciar. Venimos a trabajar juntos. Soy una psicóloga dos veces divorciada y casada con el mismo hombre. Y todas dijimos: ahh! Bueno.. fiu!
Mi mamá nunca me dejó ponerme en los labios un color rojo, decía que era solamente para las putas, que yo era muy morena y jamás me iba a ver bien con ese color. Y (la psicóloga) en sus años de Boquitas Pintadas ¡moría por ponérselo! Cada vez que lo intentaba la mamá la regresaba a restregarse ese color que levantaba bajas pasiones.
Ya casada y divorciada, un día decidió irse con sus amigas a una noche de copas. Y en el auto, toma su labial rojo, acomoda el retrovisor y se pinta como siempre quiso. Maneja, y al paso de unos minutos, atraviesa por una especie de avenida donde había mucha gente. Y de repente, un señor con la seña que todos conocemos con el dedo pulgar y el índice dobladitos, le dice: --¿cuánto? Ella, le revira inmediatamente los ojos y avanza. Después otro caballero, la ve en el auto, y le dice otra vez: ---Oiga, ¿Cuánto? Estoicamente ella se voltea y sigue conduciendo. Luego ve otro grupo de chicos, que le dice: --- ¡Hey! ¡Usted! ¿Cuánto?
Inmediatamente, frena intempestuosamente el auto, acomoda el retrovisor y se quita el labial con el reverso de la mano. Bañada en lágrimas, y con un coraje en las entrañas, solo pensó: “Bien me lo decía mi mamá.”
Al avanzar pensando en la vergüenza y otras cosas, se detiene, estaciona el auto, se baja para encontrarse con sus amigas. Voltea. Y ve unos carteles que decían: BIENVENIDOS A LA FERIA DEL AUTO. COMPRE Y VENDA SU AUTO, ¡AHORA MISMO! …. Profecías Cumplidas.


Y entonces me puse a pensar en todo lo que a mi me han dicho, ¿qué tanto te han dicho a ti, que inconcientemente vamos cumpliendo? Y así cubrir las expectativas de nuestros padres, o de la gente que nos rodea. Y entonces aprendí que la culpa inconsciente forma parte de las creencias, nublan nuestro juicio y condicionan la manera de actuar.

La culpa de manera inconsciente limita las acciones, la libertad y el crecimiento y obliga a vivir en conflicto permanente, debatiéndonos en un mar de dudas.
Los que viven pidiendo disculpas, sintiendo en el fondo que no se merecen lo que tienen, pasamos el tiempo, con una necesidad de justificarnos, de dar explicaciones por todo lo que hacemos y nos sentimos responsables por todo y por todos; permanecemos con la mochila a cuestas desde niños cargada de recriminaciones y reproches sin poder desprendernos de ella.


De esa manera sienten que están pagando por sus faltas, omisiones y errores y que si hubieran hecho lo que debían, que los otros pretendían que hicieran, la vida hubiera sido distinta y mejor para todos.
Permitir que las conductas del pasado influyan en el comportamiento presente es permanecer siendo todavía un niño, atado a la voluntad de los demás, que cree que no tiene valor alguno porque no fue capaz de cumplir con las expectativas de toda la gente que le rodea.

¿Y luego? Quítate la mochila, quítate las culpas, hay que hacernos responsables de nuestros propios actos, con el valor humano de saber si lo que estamos haciendo atiende a nuestro propio juicio, y no a lo que los demás nos han impuesto. NO importa quien haya sido.

Ser quien quieras ser, hacer lo que quieras hacer. Sentirte libre y feliz… Porque venimos a brillar… y si quieres pintarte la boca como PUTA… ¿a quien le debe de importar?

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