LIMBO

A veces te encuentras cayendo en un abismo que parece no tener fondo, parece que gritas y nadie te oye… y caes lento y caes rápido, y como sea, pero caes.
El fondo es interminable, ya sabías que iba a suceder, aún con todo y sin nada, pides no llegar. Quedar suspendido en aras del destino.
Y das vueltas, y te presumes volando. Pero la planeación no depende de ti. No depende de nada, porque ni siquiera te puedes aferrar a un aire que no existe, a un viento que quisieras te llevara a alguna parte para golpearte fuerte y despertar junto a la roca.
Pero no existe nada.
En esa vacuidad todo parece lento, y quieres que pase rápido, pero ni el tiempo estás controlando en ese momento.
Quieres despertar, quieres gritar y no hay quien escuche el llamado de la desesperación, no hay un eco que pronuncie tu nombre. Y vuelves a ser presa de un mareo que desmaya pero poco. No, aún no pierdes la conciencia.
Vamos desesperando los seres, vamos cayendo los humanos. Pero todo abismo por profundo que parezca tiene un fondo. Nada es eterno. En algún punto tienes que caer, y los golpes son fuertes, la caída despierta incógnitas que lejos de resolver provocan mas porqués.
Pero insisto, tiene un fin, lo importante es caer, darte cuenta del lugar donde estás, alzar un poco la mirada y percibir que tanto estas abajo y que tan alto está de donde vienes. Y luego, así sin más... Volver a subir.
Y no ves el fin, volteas y vuelves a pegar tu cabeza contra el piso, pensando que si gritaras fuerte alguien escuchará. Pero no hay nadie. Al menos no en ese instante. Aunque hubiera, no lo verías. No lo vemos.
Pides un milagro, una paloma blanca que aparezca, un águila que con sus garras te lastime pero te levante. Un peldaño, varios, que te lleven a la salida que no ves, y te vuelves a cuestionar si en verdad caíste o siempre has estado ahí.
Algo de ti dice que no perteneces a ese lugar. Así que eso te da fuerza para pensar por donde llegaste. Encuentras esa fuerza, encuentras ese poder que siempre surge en el momento exacto para ponerte de pie. ¿Quién fuiste? ¿Cómo llegaste ahí? Vamos bien. Empiezas a pensar en ti.
¿Cómo subes? Ya estás pensando en superar tu estado. Y con mucho pesar, vuelves a pensar en lo difícil que sería subir.
Y ahí te quedas, esperando que algo suceda y no sucede nada.
Pero no te preocupes, insisto: - nada es eterno-
Tenemos que aprender a cambiar con las circunstancias, adaptarnos a nuestro escenario y sobrevivir: Porque a eso venimos… a respirar.
Respira.
Respira.
Respira.
Y ahí viene la fuerza.
Y subes. Y en el camino verás a todos los que si estaban y no veías. Sonriéndote y aplaudiendo tu ascenso. Y de pronto cuando llegas a la cima…
…¿Verdad que está bonito el paisaje?
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